Ratzinger: Continúa la demostración de fuerza
©Juan Fernando Sánchez
www.laexcepcion.com (19 de abril de 2005)

La elección de Joseph Ratzinger como nuevo jefe del Vaticano y de la Iglesia Católica Romana (ICR) confirma la creciente seguridad en sí misma de esta superpotencia mundial.

No sabíamos qué papa saldría, pero sí que la Iglesia Católica Romana (ICR) se sentía fuerte y crecida (ver 2-A: Demostración de fuerza vaticana). La elección de Ratzinger, una apuesta descarada por la línea más dura (o sea, la de Juan Pablo II), confirma ese estado de "gracia" que ¡¿todavía?! muchos cuestionan. Mayor continuidad no hubiera podido imaginarse.

La trayectoria de este hombre es conocida: "aperturista” en el engañoso Concilio Vaticano II..., neotridentino durante las últimas décadas con Wojtyla, a quien sirvió como su teólogo oficial. Debe subrayarse esto porque no pocos candorosos progres, confundidos con la adoración mediática que ellos mismos han favorecido, se sienten ahora tentados a enfrentarlos. 

Han elegido a un papa mayor y algo enfermo, de imagen más que reaccionaria... Esos mismos progres (voces de ultratumba, en realidad; ver Progres: El ocaso de una pose) son los que no paraban de decir últimamente que la ICR se ha quedado atrás, incluso fuera de la historia; y lo repetían aun después de haber participado en la adoración mundial de Juan Pablo II. Algunos de ellos, quizá los más despiertos (!!!) se habrán quedado atónitos con la elección de Ratzinger, y hasta puede que se pregunten: "¿Tan necios son los cardenales?" Pero los necios no son precisamente los cardenales.

En la víspera de su elección (que seguramente esperaba, si no conocía), Joseph Ratzinger lanzó una dura homilía «contra las “modas del pensamiento” que amenazan al catolicismo: “el marxismo, el liberalismo, el libertinaje, el colectivismo, el individualismo radical, el ateísmo” y el "vago misticismo religioso"» (El Mundo, 18.4.05). También atacó a las “sectas”… Una retahíla neotridentina muy similar a las que solían pronunciar los papas del siglo XX anteriores al Concilio Vaticano II. Sólo le faltó fustigar a la democracia (¿estaba implícito...?).

El nuevo papa sabe que tiene 78 años y Parkinson, además de muchas "malas hierbas" que extirpar. Demasiadas, para su edad. Sabe, pues, que le queda poco tiempo... Tendrá que actuar rápidamente.

Pero tampoco ignora la sólida alianza de la superpotencia que dirige, con la otra (ver El eje Washington-Vaticano), que él contribuyó a cimentar. Sin duda, guardará en su retina la escena de los presidentes estadounidenses arrodillados ante el cadáver de su predecesor, Karol Wojtyla (ver 2-A: Demostración de fuerza vaticana). Y seguramente le consta que ese gesto no implicaba sólo gratitud hacia el papa muerto, sino también compromiso con su sucesor. Con semejante alianza de fondo, Ratzinger se tiene que sentir muy seguro…

No hay duda de que, como buen papa, también sabrá ser astuto. Será una astucia al servicio de su voluntad de poder sobre toda la tierra (ver Apocalipsis 13). LEx

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