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Inicio > Asuntos Contemporáneos > Religión, política y sociedad Jornada Mundial del Papa 2011: un balance Preguntas fundamentales sobre la "Jornada" Mundial de la Juventud católica celebrada en Madrid en agosto de 2011.
Teóricamente, el foco de atención de un encuentro de jóvenes cristianos debería ser en primer lugar Cristo. Efectivamente, algunos de los mensajes de Benedicto XVI pusieron a Jesús en el centro, y serían suscritos por cualquier cristiano: «Se preguntarán por el secreto de vuestra vida y descubrirán que la roca que sostiene todo el edificio y sobre la que se asienta toda vuestra existencia es la persona misma de Cristo, vuestro amigo, hermano y Señor, el Hijo de Dios hecho hombre, que da consistencia a todo el universo» (Plaza de Cibeles, 18.8.11). «Buscar sobre todo la Verdad que no es una idea, una ideología o un eslogan, sino una Persona, Cristo, Dios mismo que ha venido entre los hombres. […] Os deseo unos días felices, días de oración y de fortalecimiento de vuestros lazos con Jesús» (ídem). El mismo mensaje ofreció el cardenal Rouco: «El Papa os está diciendo: poneos en camino para un nuevo encuentro con el Señor, el amigo, el hermano, ¡Jesucristo! El es el único que puede comprenderos y conduciros a la verdad; daros la vida que no acaba nunca; daros la felicidad: ¡el Amor verdadero!» (Misa de apertura de la JMJ, 16.8.11). El segundo protagonista deberían ser los jóvenes. La denominación oficial del evento, por cierto, no especifica que éste se dirige a los jóvenes católicos, un signo más de la forma en que la Iglesia Católica Romana (ICR) ha identificado tradicionalmente a la sociedad con una confesión concreta: la suya.
Según el propio Ratzinger, en una de esas ocasiones en que habla de sí mismo en tercera persona, «el Papa no es la estrella en torno a la cual gira todo. Es totalmente y sólo vicario. Remite a Otro que está en medio de nosotros». Pero la verdad es que tanto él como sus seguidores lo disimularon muy bien. Toda la puesta en escena, todas las reverencias y atenciones, todo el fervor de aquellos días, tenían un único protagonista. Así lo reconocen los papistas: «Sin lugar a dudas Benedicto XVI ha sido el gran protagonista de esta Jornada Mundial de la Juventud». Los jóvenes corearon incansablemente: "¡Ésta es la juventud del papa!" (no decían "de Cristo"). Rouco, en la misa antes citada, proclamaba: «Sois la generación de Benedicto XVI». En un vídeo promocional no se pregunta a los jóvenes, como sería de esperar, "¿Quién es Cristo para ti?", sino "¿Quién es para ti Benedicto XVI?". En las respuestas, significativamente, apenas se menciona a Jesús: «Benedicto XVI para mí y para todos es el representante de Cristo en la Tierra» (nótese cómo algunos no comprenden que para otros el papa no representa eso; incluso representa todo lo contrario). «Un gran padre y un gran guía». «La cabeza de algo enorme». «Quien representa lo más importante que hay para un cristiano». «Alguien tan bueno, tan desinteresado y tan entregado», que es «una referencia por la cual yo jamás tendré motivos para quejarme de que algo bueno que he hecho no se me reconoce». «Un hombre, como cualquiera de nosotros, que renunció a sus gustos, a lo que él quisiera ser, para servirme a mí de guía». Ante la pregunta «¿Por qué quieres ir a la JMJ?», todas las respuestas son también "papocéntricas": «Porque es un buen modo de estar más cerca del papa». «Porque primero voy a ver al papa». «Porque hay que estar ahí al pie del cañón, con el papa, dándolo todo». «Porque va a ir un montón de gente joven y encima va a estar el papa, y es que ¿qué más quiero? No es por nada más». «Ha sido importante estar cerca del papa y vivir cerca del Vicario de Cristo en la tierra», declaraba un joven en la Cadena Ser (21.8.11). Todos los medios de comunicación, confesionales o no, todos los poderes públicos, se han centrado en la persona de Benedicto XVI. Como muy bien expresa Isabel Pavón, «todos los que quieran tendrán oportunidad de regalarle sus aplausos, sus lágrimas emotivas, sus canciones ensayadas, sus votos, sus promesas... Él acepta estos regalos con gusto y orgullo. Es agradable recibir reverencias y sumisión, cree que lo merece». Por eso, no resultaba totalmente descabellada la noticia humorística de El Mundo Today: El Papa visitará Madrid y Dios "quizá se apunta". De modo que, más que la Jornada Mundial de la Juventud, se trata de la Jornada Mundial del Papa. ¿"Jornada"? Recordemos que las celebraciones comenzaron días antes, la estancia papal duró cuatro jornadas, y todavía el día siguiente a su partida los "kikos" ocuparon el centro de Madrid; en total, una semana, demasiados días para una jornada… Imaginemos que, por circunstancias, Benedicto XVI no hubiera podido venir a Madrid. ¿En qué habría quedado la "Jornada"? Por otro lado, para eclipsar más todavía al Salvador, casi todos los discursos de Ratzinger concluyeron con invocaciones y súplicas «a la Santísima Virgen María», y en varias ocasiones se reclamó «la intercesión de los santos protectores de esta Jornada» (Barajas, 18.8.11), enumerados por Rouco: «San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza, San Ignacio de Loyola, San Juan de Ávila, San Francisco Javier, San Juan de la Cruz, Santa Rosa de Lima, San Rafael Arnáiz» (16.8.11). Una vez más incurren en una mariolatría contraria a la Escritura, y olvidan la clarísima verdad bíblica: «Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre» (1 Timoteo 2: 5).
En este punto también ha habido una gran confusión, a pesar de que el asunto debería ser muy sencillo: Oficialmente, vino como líder religioso de una iglesia ("la Iglesia", según terminología supremacista asumida por casi todos los medios de comunicación). En tal caso, bajo ningún concepto debería haber recibido las atenciones tanto materiales como simbólicas con que los poderes públicos se han prodigado, incurriendo así en una conculcación flagrante de la Constitución y en un "pecado de lesa laicidad". En cambio, José Blanco, ministro de Fomento, afirmó que acudiría a la misa debido a su "responsabilidad" como miembro del Gobierno, cuando precisamente esa responsabilidad le exigiría no ir como cargo público. "Además –añadía– soy creyente, por lo tanto no me incomoda, sino todo lo contrario, participar en esta Misa", haciendo más evidente que sólo a título personal, no oficial, se debe ir a estos actos. Lo mismo se podría decir de todos los representantes públicos que se inclinaron humildemente ante el jefe de la ICR. En caso de que hubiera venido como jefe del estado vaticano, sería simplemente el monarca absoluto de un pequeño estado teocratista y antidemocrático de unos mil habitantes, que ni siquiera ha firmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Lógicamente, cualquier gobernante de un país semejante no habría recibido las extraordinarias atenciones que se han prodigado al papa. Sólo con ese estatus territorial que Mussolini concedió al papado, sin los más de mil millones de "bautizados" y sin su gigantesca estructura eclesial, el papa no sería nadie; con ellos es una superpotencia. Por eso le es necesaria esa peculiar combinación de política y religión, de poder y espiritualidad, esa naturaleza doble de iglesia y estado. Esta mezcla, esta confusión intencionada y babilónica (en terminología bíblica) es uno de los rasgos más característicos de esta institución, y a la vez el más anticristiano. Le permite reclamar un estatus político, y a la vez ejercer soberanía "espiritual" sobre millones de ciudadanos de otros países.
La jerarquía católica en todo momento ha defendido que el evento no supondría ninguna carga para el conjunto de la sociedad, pero este artículo resume muy bien el gasto de las distintas administraciones en la “Jornada”, así como las diversas reducciones aplicadas a los peregrinos, y que por tanto suponen una reducción en los ingresos públicos. Más adelante explicamos las implicaciones de la financiación por parte de la Fundación Madrid Vivo.
La ICR podía haber celebrado todas sus actividades en un espacio amplio y periférico (como Cuatro Vientos); en cambio, la "Jornada" requirió la ocupación del centro de la capital durante una semana, con las consiguientes molestias para los habitantes y visitantes de la ciudad. Imaginemos algo similar realizado por cualquier otra organización religiosa… Un sacerdote católico señala cómo algunas "sectas" aprovecharon la concentración para hacer "proselitismo" (los "proselitistas" simplemente tratan de compartir sus creencias con otros; los católicos, en cambio, asumen que el espacio público, la sociedad y las instituciones son suyos). La juventud del papa y los representantes públicos fueron siguiendo a Ratzinger para rendirle homenaje en los actos privados (?) que iba realizando en diferentes lugares de Madrid. Además, la visita dejó sin vacaciones a no pocos funcionarios públicos. El Partido Popular ha vuelto a actuar como partido confesional, aunque oficialmente no lo sea. El ejército, una institución pública, una vez más se pone oficialmente al servicio de una confesión particular, participando ampliamente. La radiotelevisión pública (?) emitió una programación especial con retransmisión en directo de los diferentes eventos, en algunos momentos presentada casi exclusivamente por sacerdotes católicos. Es como si, en la celebración del congreso de un partido político, que obviamente representa sólo a una parte de la ciudadanía, la radio pública se volcara en cubrirla, y sólo ofreciera análisis realizados por miembros de ese partido.
Obviamente, los cientos de miles de jóvenes de todo el mundo asistentes a la "Jornada" responden a perfiles de lo más variados. Lo que en general se ha podido ver es a jóvenes sanos, pacíficos, alegres y respetuosos con el entorno, viviendo momentos de convivencia, adoración colectiva... Muchas familias madrileñas han acogido a jóvenes, algunos desconocidos, y en los medios católicos se pueden leer hermosas experiencias de fraternidad e ilusiones compartidas. Pero también ha habido excepciones llamativas: como se puede ver en este vídeo y en este reportaje, ha habido "bula papal" (otra cesión de las autoridades) para ciertas actividades prohibidas en otras circunstancias (salvo, quizá, para los actos de culto de la otra gran religión nacional, el júrgol, si bien en estos casos suele durar sólo unas horas): macrobotellón, venta ilegal de bebidas, toneladas de basura dejadas en la calles… Hasta en estado de ebriedad esta juventud es papolátrica: varios de ellos corean «¡¡¡Viva el papa!!! ¡¡¡Benedicto, Benedicto!!!». Un joven dice: «Estamos borrachos del papa». La periodista le pregunta a otro, extranjero: "¿Mucho alcohol?", y él responde: "I love the pope!" Al margen de las anécdotas, la "Jornada" no ha ofrecido tiempos y espacios organizados para la participación horizontal de los jóvenes, aparte de las reuniones que espontáneamente surgían. Institucionalmente, los mensajes han sido verticales, del papa y de los cardenales hacia la masa, sin posibilidad de aportaciones ni reflexiones grupales por parte de los sujetos individuales, que se fundían en el cuerpo de fieles. La ICR muestra últimamente un rostro "moderno" y juvenil; se insta a los jóvenes a ir a contracorriente frente a la actual sociedad hedonista y materialista (y realmente lo hacen, no sin valentía, en algunos aspectos de sus vidas). Pero el montaje de la JMJ les ha ofrecido un macroespectáculo, muy poco alternativo, con participación de todos los poderes, fácticos o no. Y lo más preocupante es que en un colectivo que expresa una fe tan inquebrantable en un líder carismático infalible a quien se atribuyen todo tipo de bondades, habrá fácilmente muchos individuos manipulables. Si el papa emite alguna vez consignas contrarias a la libertad (algo que a muchos no nos sorprenderá), siendo su legitimidad tan incuestionable, podremos asistir a una movilización de masas y a un clima social muy peligrosos.
Algunos de los mensajes vertidos por Ratzinger serán sin duda apreciados por cualquier cristiano, como no podía ser menos tratándose de un destacado teólogo: «Que nada ni nadie os quite la paz; no os avergoncéis del Señor. Él no ha tenido reparo en hacerse uno como nosotros y experimentar nuestras angustias para llevarlas a Dios, y así nos ha salvado» (Barajas, 18.8.11). «Dios nos ama. Ésta es la gran verdad de nuestra vida y que da sentido a todo lo demás» (Cuatro Vientos, 20.8.11). «La fe no es fruto del esfuerzo humano, de su razón, sino que es un don de Dios […].Tiene su origen en la iniciativa de Dios, que nos desvela su intimidad y nos invita a participar de su misma vida divina. La fe no proporciona solo alguna información sobre la identidad de Cristo, sino que supone una relación personal con Él, la adhesión de toda la persona, con su inteligencia, voluntad y sentimientos, a la manifestación que Dios hace de sí mismo» (Cuatro Vientos, 21.8.10). «El camino hacia la verdad completa compromete también al ser humano por entero: es un camino de la inteligencia y del amor, de la razón y de la fe. No podemos avanzar en el conocimiento de algo si no nos mueve el amor; ni tampoco amar algo en lo que no vemos racionalidad» (El Escorial, 19.8.11). Benedicto XVI incluso tuvo palabras de defensa de la libertad que, sin llegar a ser autocríticas, sugerían cierta responsabilidad de su propia institución: «Es verdad que en la historia se han dado también abusos, tanto del concepto de verdad como del concepto de monoteísmo. Se han dado abusos, pero la realidad es totalmente diferente, pues la verdad sólo es accesible en la libertad. Se pueden imponer con la violencia los comportamientos, las observancias, actividades, pero no la verdad. La verdad se abre sólo al consentimiento libre y, por este motivo, libertad y verdad están íntimamente unidas, una es condición de la otra» (respuestas a los periodistas, 18.8.11). También dijo: «Sabemos que cuando la sola utilidad y el pragmatismo inmediato se erigen como criterio principal, las pérdidas pueden ser dramáticas: desde los abusos de una ciencia sin límites, más allá de ella misma, hasta el totalitarismo político que se aviva fácilmente cuando se elimina toda referencia superior al mero cálculo de poder» (El Escorial, 19.8.11). Pero en este sugerente análisis habría faltado una referencia al totalitarismo religioso. Ideas muy positivas, pero que contrastan, como venimos viendo, con el conjunto de mensajes vertidos mediante palabras, hechos y símbolos.
La puesta en escena, que combina la liturgia, el espectáculo y el auto sacramental, se cuida mucho en estos eventos. Toda ella está orientada a exaltar la figura del papa, como ya se pudo ver en la JMJ de Colonia de 2005. Especialmente significativa fue la entrada triunfal de Ratzinger por la Puerta de Alcalá de Madrid (monumento habitualmente inaccesible al tránsito del resto de los mortales, pero en esta ocasión acondicionado con una alfombra). A la agencia vaticana Zenit no se le escapa el simbolismo de este momento: «Esta antigua puerta de paso y entrada triunfal a la ciudad constituye el primer arco de triunfo construido en Europa tras la caída del imperio romano» (18.8.11). Toda una «exhibición de la plenitudo potestatis (plenitud de poderes)» tan anhelada por el papado de todos los tiempos, como señala J. G. Bedoya en un tan certero como breve análisis. ¿Podemos imaginar que las autoridades permitieran este gesto a cualquier otro líder mundial, religioso o no? Como se aprecia en este vídeo, desde la megafonía se dirige a las masas; se insta a los asistentes a gritar el nombre del papa; «si lo hacemos todos, llegará hasta el cielo, llegará hasta él»; el público corea: «¡Benedicto, Benedicto!». El maestro de ceremonias asevera que «Madrid entera, el mundo entero» recibe al papa. No se conforman con sus fieles, nos quieren contar a todos entre los suyos. (Dijo Jesús, refiriéndose a los líderes religiosos de su época: «Hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres, […] aman los primeros asientos en las cenas, las primeras sillas en las sinagogas, las salutaciones en las plazas y que los hombres los llamen: "Rabí, Rabí" [maestro]. Pero vosotros no pretendáis que os llamen "Rabí", porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos»). El espacio público se convierte en espacio eclesiástico, de exaltación de "la fe" (entre comillas, por ser en este caso opuesta a la del evangelio), al modo de la escenografía contrarreformista del Antiguo Régimen. Hay que santificar, mediante la ocupación espiritual, el espacio ciudadano, ya desde antes de la llegada del gran protagonista, como después de su partida, con la apoteosis 'kika' en la Plaza de Cibeles (es inexplicable que se les concediera esta prórroga, pero es a la vez tan fácil de entender…). El día 19 el papa elige el Monasterio de El Escorial, «símbolo de ese camino en el tiempo de diálogo entre fe y razón, de la búsqueda de la verdad», según la Cope. Más bien símbolo de los tiempos de la "unidad de la fe" defendida por Felipe II, promotor de este hermoso monasterio-palacio y responsable de la erradicación, mediante terribles autos de fe, de cualquier mínimo foco protestante que pusiera sombra a esa unidad. En esa España la "búsqueda de la verdad" estaba vetada a los disidentes. El contexto general de la "Jornada" sintoniza con el mismo estilo, con las mismas evocaciones de un falso cristianismo eclesiocéntrico en el que el Jesús auténtico se desvanece: indulgencia plenaria para los peregrinos, exhibición de imaginería procesional (idolátrica), instalación de doscientos confesionarios en la vía pública (antievangélicos: Marcos 2: 5-12; Santiago 5:16), vía crucis por el centro de la ciudad, uso abundante del latín en la misa del domingo… Como dice el Foro de Curas de Madrid: «Presenta un modelo de Iglesia triunfalista, que utiliza medios espectaculares, que confía demasiado en la fuerza de los números y las multitudes, mostrando una figura deslumbradora del Papa y de la Iglesia que consideramos poco evangélica». Opuesta al evangelio, habría que matizar.
En respuestas a los periodistas en el avión a España, Benedicto XVI hizo unas afirmaciones que podrían entenderse como críticas hacia el capitalismo, al menos en su versión "salvaje": «El hombre debe ponerse en el centro de la economía y que la economía no debe medirse según el máximo beneficio, sino según el bien de todos e incluye la responsabilidad por el otro, y funciona verdaderamente bien sólo si funciona de una manera humana en el respeto del otro, en sus diferentes dimensiones […]. La nación no está aislada, ni siquiera Europa está aislada, sino que es responsable de toda la humanidad y debe pensar siempre en afrontar los problemas económicos con esta clave de responsabilidad, en particular con las demás partes del mundo, con las que sufren, tienen sed y hambre, y no tienen futuro. Y, por tanto, tercera dimensión de esta responsabilidad es la responsabilidad con el futuro […]. Por tanto, la Iglesia con su doctrina social, con su doctrina sobre la responsabilidad ante Dios, abre la capacidad a renunciar al máximo beneficio y a ver en las realidades la dimensión humanística y religiosa» (18.8.11). Pero contrástense estas palabras con el estilo de vida de su autor, tanto en su mansión vaticana como en su viaje a Madrid: trajes de lujo, menús selectos, cómodos escenarios de alto consumo energético. Y lo más sangrante: el patronazgo de la Fundación Madrid Vivo, compuesta por los más poderosos del gran capital español, recibidos por Ratzinger en audiencia exclusiva, y entre cuyos objetivos está (no es broma) el dirigirse «a creyentes y no creyentes que compartan el interés por ampliar los límites de la dignidad humana más allá del materialismo economicista; a todos aquellos que consideran la espiritualidad como un elemento esencial para revitalizar la sociedad española» (ver JMJ: A los pies del señor de los zapatos rojos y Los mecenas de Rouco). El ministro general de la orden franciscana, quizá sin quererlo, lo resumió muy bien (esto sí es creíble): «La visita del Papa ayudará a vender España». En realidad España ya estaba vendida, no sólo al gran capital, sino también al papado. Por supuesto, en el sector negociante de la progresía, a pesar de ir de críticos, no hacen ascos a lucrarse del evento.
Ya hemos remitido a algunos textos interesantes del Foro de Curas de Madrid. Aparte de ellos, habría que destacar la labor de Redes Cristianas (valga como ejemplo este emocionante relato que toman prestado de 'La República'), o los agudos análisis del teólogo Tamayo. Y poco más, pues el resto de los católicos "progresistas", o no se enteran o… «Estas jornadas no le gustan ni al Papa», dice Rafael Rojo, párroco "crítico" (El País, 26.6.11). José María Castillo compara el viaje del Papa con los viajes de Jesús, en principio para destacar los contrastes, pero asumiendo que de algún modo el papa representa o debería representar a Jesús. En otro artículo, evidencia hasta qué punto los sectores progres no comprenden los tiempos que estamos viviendo, al decir: «Lo que nadie pone en duda es que la religión interesa cada día menos». Desde estas convicciones, ¿cómo analizar críticamente lo que está ocurriendo? El periodista José Manuel Vidal, tenido por "progresista" (por lo que siempre es duramente atacado por los sectores más reaccionarios), en su artículo ¡Santidad, ayude a los católicos españoles a reconciliarse entre sí! escribe: «¡Bienvenido, Santidad! Aunque venga sólo a Madrid. Y eso que todavía cabe la sorpresa de que continúe su viaje a Somalia. Una sorpresa muy remota. Quizás Benedicto XVI quiera hacerlo, pero la pesada maquinaria vaticana podría impedírselo. […] Debe ser muy difícil, pero me gustaría tanto que Benedicto XVI hiciese acopio de su carácter (que también lo tiene y mucho) y se plantase. Ante la prudencia de la Curia. Y ya que está de viaje, lo continuase… a Somalia. Después de la entrada a Jerusalén en Cuatro Vientos, la subida al Gólgota del Cuerno de África. El Papa con los jóvenes y el Papa con las víctimas. Un Papa para todos sus hijos. Dígale a la Curia que el que manda es usted». ¡Pobre Ratzinger, bondadoso padre amante de la humanidad, pero preso de una poderosa Curia terrenal! Pasados los fastos, Vidal se entrega por completo: «Me rindo a la evidencia y no me duelen prendas en reconocerlo. Antes de su celebración, me mostré crítico con la JMJ. Visto lo visto y después de hacer uno de los mejores seguimientos que de la misma se hizo en los medios españoles, después de sopesar pros y contras, me declaro firme partidario de estos eventos» (a continuación enumera algunas matizaciones). Xavier Pikaza emite no pocas críticas, pero considera que «el Papa es signo de unidad católica y es normal que quiera visitar a sus seguidores hermanos, para dialogar con ellos, siendo recibido con gran respeto, con calor cristiano, en comunión de búsqueda evangélica»; todo muy en la línea con su teología del papado. Concluye: «Quizá podría haber venido de otra forma, Papa Benedicto XVI, pero gracias por haber venido». Destacamos también el análisis de Vargas Llosa, muy representativo de la postura entre pragmática e incauta de no pocos "liberales" agnósticos.
En el artículo Blasfemias explicamos cómo, aunque es frecuente que desde medios católicos se acuse de blasfemar a quienes recurren a ciertas expresiones antirreligiosas, las mayores blasfemias, desde el punto de vista cristiano, consisten en asignar a un simple mortal títulos y atribuciones que corresponden sólo a Dios. A los numerosos ejemplos allí ofrecidos se pueden sumar las blasfemias de estos días. Miguel Rivilla parafrasea el evangelio, y aplica a Ratzinger una pregunta que Jesús hace sobre sí mismo: ¿Quién dicen los hombres que es el Papa? Deja claro que el centro de la JMJ no es Cristo: «Benedicto XVI será los próximos días el protagonista indiscutible» y profiere varias blasfemias: «El Papa es el Vicario (hace las veces) de Cristo en la tierra y el Sucesor de Pedro. "El Papa es el dulce Cristo en la Tierra, escuchémosle" […]. "Gritad, hijos míos: ¡Viva el Papa! […] Bendito el que viene en nombre del Señor"» (esta última frase, referida a Jesús en la Biblia, también la aplicaron al papa los cardenales Ryłko y Rouco). Juan M. de Prada compara el paso de Cristo por la tierra con el paso de Ratzinger por Madrid. Según José L. Restán, «ya está Pedro entre nosotros, y con él, el aroma inconfundible de Jesús», para Luis F. Pérez es «un Pastor apacentando a sus más tiernas ovejas», y un periodista de esRadio lo llamaba "Vicecristo" (21.8.11).
–En principio, las manifestaciones convocadas no eran "antipapa", sino contrarias a la financiación pública de la "Jornada", al entreguismo de las autoridades al líder vaticano, y al hecho de que un jefe político-religioso extranjero tan influyente volviera a aprovechar su posición de privilegio para ejercer la injerencia en asuntos internos. –Algunos de los lemas de las protestas eran claramente cristianos, como varios magníficos carteles del Movimiento 15M, que incluyen referencias bíblicas y que ponen en evidencia el carácter antievangélico de los fastos papales. –Aparte de un par de propuestas ridículas expresadas en su seno, la asamblea de los indignados de Madrid realizó duras críticas al evento, pero razonadas y desde planteamientos dialogantes y respetuosos: «Nada habría que objetar a la reunión de un pastor espiritual con sus seguidores», pero es contrario a un Estado democrático que se declara aconfesional «mezclar los asuntos del estado y asuntos religiosos»; «ninguna espiritualidad ha de recibir un trato de favor por parte de los estados». –Colaborando en las protestas hubo organizaciones católicas, como Redes Cristianas, y se celebró al menos un interesante encuentro entre laicistas (incluyendo miembros del 15M) y peregrinos. –Aparte de algunos excesos ya señalados, la conducta de los jóvenes católicos ha sido en general ejemplar. A raíz de la protesta de los indignados, algunos católicos han protagonizado episodios agresivos, aunque han sido esporádicos: un navajazo a un indignado que sostenía una pancarta contra la financiación del acto, un joven ultra intentó atentar contra los manifestantes laicistas… –En cuanto al enfrentamiento entre peregrinos y laicistas en la Puerta del Sol, por testimonios personales de gente que estuvo allí sabemos que desde el principio hubo palabras gruesas por parte de algunos jóvenes del papa, y que la policía actuó en todo momento al servicio de ellos e impidiendo la marcha legalizada. Esta noticia refleja con bastante precisión el encuentro, en el que hubo falta de respeto por parte de ambos bandos. Redes Cristianas lamentó esa tensión y afirmó que "no era su idea del respeto". –Al igual que entre los peregrinos, en las protestas laicistas hubo minorías de energúmenos que actuaron con agresividad, siempre condenable, o con exhibiciones de una estúpida y absurda "laicidad genital" (ver el interesante artículo ¿Qué laicidad?). Tristemente, los lemas sensatos se mezclaron con algunas estupideces pseudolaicistas, que para colmo fueron las más destacadas por los medios, contribuyendo así a la mala imagen del laicismo genuino. –Es imprescindible no confundir anticlericalismo con antirreligiosidad, error en el que, bien por ignorancia, bien por interés, caen siempre los clericales, y a veces algunos laicistas (ver ¿Es malo el anticlericalismo?). El clericalismo ha quedado bien reflejado a lo largo de este artículo; la antirreligiosidad de los falsos laicistas se pudo observar en algunos episodios que por su extremismo irracional no hacen más que reforzar el papismo. Cuando iniciativas como la de CNT-AIT están concebidas "para escarnio de las instituciones religiosas y de Dios", en realidad reconocen implícitamente que su concepto de "Dios" está identificado con quienes se dicen representantes suyos en la tierra, y de este modo apuntalan el clericalismo.
Los propios organizadores lo explican muy bien: el presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, el cardenal Rylko, ha explicado que la "Santa" Sede ha elegido España para celebrar la próxima Jornada Mundial de la Juventud porque es un país que «representa los problemas que hay que afrontar» en Europa al tiempo que los «grandes valores históricos y católicos». Según él, España es un país que «influye en la sociedad de hoy» y que es «muy vital para los jóvenes». Además, «España tiene mucho que decir y recordar con respecto a las raíces cristianas de Europa». Como señala Leonardo de Chirico, «la elección de Madrid está estrictamente relacionada con el deseo del Papa Benedicto XVI de recuperar el alma de Europa como un continente "cristiano".España es una nueva frontera en la interfaz entre las culturas tradicionales CR [católicas romanas] y las tendencias secularizadoras» (ver Las "raíces cristianas" de Europa: una exigencia confesional). Según el analista católico José María Marco, «el Papa viene a España porque nuestra contribución al catolicismo ha hecho de nuestro país una nación estratégica para la Iglesia católica. Lo que pasa aquí tiene repercusiones inmediatas y de largo alcance, que a veces los españoles no sabemos ver: en América, muy fundamentalmente, pero también en otros países, entre ellos los europeos. […] En contra de lo que pensaron sus promotores, el catolicismo parece estar saliendo reforzado, y con él algunos postulados morales de fondo sobre la vida y la religión en la sociedad. Lo que estamos haciendo estos días los españoles, católicos o no, tendrá consecuencias en todo el planeta. Consecuencias, por cierto, inmensamente positivas». «Los cristianos españoles estamos llamados, especialmente, a responder a esta gran empresa apostólica y de civilización en un momento crítico del mundo», proclama el lobby Hazte Oír. La estrategia supone claramente una vuelta al nacionalcatolicismo, a la unidad de España bajo una fe, como corresponde a su naturaleza y esencia. Lo señaló Ratzinger: «España es una gran Nación que, en una convivencia sanamente abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente religiosa y católica» (Barajas, 21.8.11). Y lo remarcan sus seguidores, quienes subrayan la autoridad incuestionable del líder vaticano: «Un alma que se ha visto confortada con la presencia de quien además de ser la cabeza de la Iglesia es una referencia ética mundial. Un alma que, ante las dificultades del presente, contribuirá con decisión a la concordia, la solidaridad, la justicia y la libertad» (Cope). En ese sentido, cualquier oposición, disidencia o crítica se concibe como una aberración, como odio a la fe o cristianofobia (!): «La derrota del anticatolicismo militante es de las que escuecen: […] España se ha mostrado naturalmente católica» (Grupo de Estudios Estratégicos). «Todos los españoles tenemos al menos el deber de respeto y acogida cordial» al papa (Cope). «La inmensa mayoría de los españoles está con el Papa» (Rouco). Por otro lado, una vez más se ha puesto en marcha la estrategia de dar una de cal y otra de arena. Tras años de asedio de los obispos españoles a las autoridades políticas (ver Lo quieren todo), coronados por la provocación de Ratzinger en su última visita a España, en esta ocasión tocaba mostrar el rostro amable, sobre todo porque el gobierno cadáver de Zapatero ya ha entregado al papado todolo que éste quería; de hecho, en esta última entrevista con el jefe de la ICR Zapatero reiteró la vigencia de los acuerdos con Roma, como era de esperar. Muchos han mostrado su admiración y agradecimiento a Ratzinger por el hecho de que esta vez respetara la soberanía española. Pero lo cierto es que sí hubo algunas referencias a las leyes vigentes, y es de destacar que la Guía del Peregrino incluía una “curiosa” referencia a la Guerra Civil.
La JMJ ha sido, desde todos los puntos de vista, un gran éxito de la ICR, una enorme demostración de fuerza con participación no sólo de los jóvenes, sino también de la jerarquía en pleno, de los nuevos movimientos, de muchos simpatizantes... Como expresa una joven participante: «Somos miles, somos fuertes y queremos demostrárselo al mundo». Con acierto ha sido denominada «fiesta del orgullo católico» (El País, 16.8.11). Pero su significado no se limita a eso. Según Rouco, «Juan Pablo II concebía las Jornadas Mundiales de la Juventud como un valiosísimo instrumento de la nueva evangelización. También, nuestro Santo Padre Benedicto XVI» (16.8.11). La llamada "nueva evangelización" es el proyecto papal para todos aquellos territorios históricamente de hegemonía católica en los que el avance de ciertas libertades ha ido resquebrajando el modelo de unidad religiosa, política y social. Combina elementos tradicionales (neoconfesionalismo, presión y búsqueda de alianzas en los campos del poder ejecutivo y legislativo…) con otros nuevos (énfasis en el testimonio personal en un contexto de pluralismo religioso e ideológico, ecumenismo…). En este tipo de eventos el papado se exhibe a sí mismo, y es reconocido como una autoridad moral universal por casi todos (o así se transmite en los medios, que siempre inflan los resultados, siendo la reacción real de la mayoría mucho más indiferente); de este modo se refuerza la idea que el propio Benedicto XVI expresó en 2009 de que «urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial» (ver El papado aboga por un gobierno mundial). Y queda claro una vez más que no hay poder en el mundo capaz de movilizar un volumen tan grande de masas humanas (contrástese con la comparativamente exigua participación en las protestas por la dignidad promovidas por el 15-M). Leonardo de Chirico ofrece un certero análisis de la trascedencia de la JMJ: El evento ofrece el mensaje de que «la Iglesia CR es un hogar grande y acogedor y también un lugar para los jóvenes, donde se puede encontrar diversión, la Eucaristía, música, amistad, devoción a María, comunión, etc., porque la Iglesia proporciona todo esto. La Iglesia combina las prácticas de la Edad Media con los hábitos postmodernos. Incluso los viejos papas, que aparentemente están tan distantes de las preocupaciones de la juventud, son jóvenes de espíritu y "padres" dignos de confianza para ser escuchados. »Segundo, la ICR no esconde nunca su visión, sus objetivos ni sus proyectos. Algunas veces, por el bien de la contextualización o la pertinencia, las iniciativas evangélicas aflojan la centralidad del evangelio y se convierten en eventos superficiales. No sucederá eso con la JMJ. La visión CR en su plenitud es cristalina del principio al fin. Las más altas jerarquías con todas sus vestimentas tradicionales estarán allí, en el centro del escenario. Se fomentarán todas las prácticas tradicionales. La enseñanza tradicional retumbará. Juventud sí, pero siempre católico romana. La JMJ no venderá barato el catolicismo romano. »Probablemente, no toda la juventud que vaya a Madrid vivirá su fe de una forma coherente, como serán alentados a hacerlo. Muchos continuarán buscando donde pueden elegir su espiritualidad. Pero este no es el punto principal. La gente joven volverá a casa con una sólida impresión del poder de la Iglesia de Roma, una Iglesia que tiene un perfil juvenil y que ofrece un compromiso espiritual y una pertenencia cultural a la nueva generación. Hoy en día la Iglesia CR parece ser el único organismo religioso en Europa y en el mundo entero que es capaz de atraer a un gran número de personas a eventos de juventud como este. La JMJ es un suceso altamente simbólico con implicaciones a largo plazo. ¿Las captamos nosotros?». Para
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